La amistad es un valor que
reviste distintos grados de importancia en el pensamiento antiguo y en la
literatura anterior a Cicerón, pero siempre se plantea desde una perspectiva
que hoy se ha perdido. En la literatura, por ejemplo, la epopeya y la tragedia
celebran las amistades heroicas de la leyenda, representativas de las
sociedades aristocráticas cuyos lazos políticos toman la forma de amistad,
admitiendo muchos de los grados posibles en las relaciones que los individuos
crean entre sí; casos bien conocidos son los de Aquiles y Patroclo, Orestes y
Pílades o el de Teseo y Heracles. También retornan el tema de la amistad
géneros literarios como la comedia nueva que, al parecer, sufre una mayor
influencia de las escuelas: filosóficas que la tragedia; y la retórica que se
interesa por ésta, utilizando a menudo los resultados obtenidos por la
reflexión filosófica, pues también conoce el problema práctico de la distinción
que se ha de hacer entre el adulador y el amigo verdadero; únicamente la
elocuencia judicial parece no interesarse en ella.
Sin embargo, parece ser que es en
el pensamiento antiguo ligado a la Filosofía donde la amistad se analiza con
mayor vigor, pues en los primeros filósofos como Heráclito y Empédocles ésta
llega a tener una dimensión universal. Estos pensadores conciben su física a
imagen de aquella relación humana y de su opuesta, al introducir la noción de
movimiento a la teoría de los elementos, haciendo de la amistad y de la enemistad
las fuerzas que animan la naturaleza. Jenofonte, por su parte, también trata de
resolver con sus interlocuciones las dificultades derivadas de su práctica.
Para Platón y la socrática
reviste un problema de gran importancia puesto que, junto al movimiento ético
que de ellos arranca, brota como una contribución directa a la solución del
problema del Estado. Según Jaeger la amistad para Platón parece encuadrarse
dentro de su filosofía política, donde la teoría de la amistad constituye el nervio
de su consideración del estado que tiene primordialmente un poder educativo. El
significado de aquella es, en definitiva, para este filósofo, "la forma
fundamental de toda comunidad humana que no sea puramente natural, sino
comunidad espiritual y ética", lo cual nos evidencia que para él es un
problema que sobrepasa con mucho el campo de lo que en nuestra sociedad actual denominamos
amistad. Connotaciones de orden político las encontraremos, según Jaeger, en
obras como la República y La Carta Séptima, donde Platón justifica su alejamiento
de toda actividad política por la falta absoluta de amigos y camaradas seguros
que puedan ayudarle en la renovación de la polis. No obstante, como nos señala
Robert Combés en la introducción al De Amicitia, también se debe tener en cuenta
que parte del análisis que aquel filósofo hace de la amistad en algunas de sus obras
lleva, por una parte, al umbral de la teoría de las ideas y, por otra, hace de
ella la única vía capaz de conducir a la belleza y a la inmortalidad. De este
modo Platón da a su concepción de la amistad un matiz metafísico que al parecer
se pierde en otros autores, entre los que se cuenta Aristóteles. Este filósofo
es otro de los pensadores que dedicó importantes estudios acerca de la amistad.
Según Jaeger la teoría que este filósofo hiciera en tal sentido desciende en
línea directa de la platónica y contendría "una sistemática completa de
todas las formas concebibles de comunidad humana, desde las formas
fundamentales y más simples de la vida familiar basta los diversos tipos de
Estado". Robert Combés, por su parte, nos señala que el perípatético
habría reemplazado por un estudio moral y sociológico, la connotación
metafísica y el análisis psicológico desarrollado por su maestro. Estos
estudios estarían contenidos básicamente en las obras: Ética a Nicómaco y Ética
a Eudemo, las cuales, según nos participa, describen las diversas formas que la
amistad asume a través de los múltiples lazos que unen a los individuos, Estos
lazos serían de Índole diversa y de un espectro que iría desde una relación
padres e hijos, por lo tanto de parentesco, hasta una asociación contraída por
interés. Sin embargo, para Aristóteles solamente la gente de bien podría crear
entre sí una amistad perfecta capaz de permitir la manifestación de las
virtudes propias, y el conocimiento de uno mismo a través del amigo que se le
asemeja. De este modo este filósofo habría unido la precisión objetiva con la
fineza de una verdadera casuística, denotando con cierta discreción el
compromiso afectivo que lo ligaba a sus discípulos. Por otra parte, tanto el
académico" Jenocrates" como el peripatético Teofrasto'', ambos
sucesores de los grandes socráticos, retornan el problema de la amistad; pero
sus obras no han llegado hasta nosotros. De las escuelas helenísticas podemos
decir que todas trataron seguramente por su vinculación al problema ético,
centro de especulación de dichas corrientes, los puntos de vista de éstas,
cuyas obras están reducidas a uno que otro fragmento difícilmente accesible
para nosotros, los podemos hallar confrontados en el De Finibus de Cicerón.
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