29 marzo 2021

ESTALLIDO SOCIAL PANDEMIA Y PROCESO CONSTITUYENTE*

      ESTALLIDO SOCIAL PANDEMIA Y PROCESO CONSTITUYENTE

(PRIMERA PARTE)

“Es la amenaza de muerte global la que hoy obliga a replantearnos nuestra relación con el otro, con la especie, con la humanidad, con la ecología, la diversidad, la oposición, la divergencia, pues de otra manera este planeta que nos pertenece a todos y del cual todos somos habitantes, esta especie de la cual todos formamos parte, corre riesgos y peligros que podrían arrastrar tras de sí a la vida misma en la tierra bajo amenaza de autodestrucción.”**  

ESTALLIDO SOCIAL Y PROCESO CONSTITUYENTE

FUENTE: https://radio.uchile.cl/2020/02/18/a-cuatro-meses-del-estallido-social-la-herida-de-chile-aun-no-cicatriza/

A juicio de Gabriel Salazar (Salazar, 2019), solo faltaba una chispa para que estallara todo el pasado 18 de octubre de 2019, fecha que sacudió a Santiago y al resto de Chile con una masiva protesta social, en la que amplios sectores medios y de las clases populares concurrieron a manifestar su rechazo al modelo neoliberal vigente. El que, según señala, es el reventón social más extendido, violento y significativo que ha vivido el país en toda su historia…Junto con la crisis por ilegitimidad de nacimiento de la carta fundamental, el modelo neoliberal chileno que consagraba fue acumulando una crisis de representatividad que llegó a ser casi absoluta. Cuestión que generó una caldera cívica que podía estallar en cualquier momento si no se le aplicaban válvulas de compensación eficientes. 

Salazar (2019) sostiene que cada vez que en Chile se desató un desorden político institucional, las masas mestizas urbanas salieron de su periferia, invadieron y saquearon el centro comercial y a veces residencial de la ciudad. Y que en todos los casos protagonizaron un «reventón social» que remeció a nivel de pánico la institucionalidad política y la seguridad de la clase dirigente, y abrió procesos de cambio estructural que nunca maduraron del todo. 

Salazar (2019) Termina señalando que La ciudadanía chilena necesita audacia y creatividad, y actuar con rapidez, tomando el camino más corto para validar asambleas de base por todas partes, a efectos de llegar federadamente a una Asamblea Nacional Constituyente que dicte las normas constitucionales que le inspiran su conveniencia y su sabiduría deliberante. 

Por su parte, Sergio Grez (Grez, 2019), vincula directamente dicho proceso con las protestas en curso que culminan, parcialmente por efecto de la Pandemia COVID-19, el 18 de octubre de 2019.  

A este respecto Grez (2019, p.13) nos señala que Este proceso es el resultado de dos elementos principales. Por un lado, la crisis del neoliberalismo, por la incapacidad de este modelo de satisfacer las necesidades y/o expectativas que en algún momento pudo haber generado en una parte importante de la población. El segundo elemento tiene relación con la crisis del sistema de democracia restringida, tutelada y de baja intensidad existente desde 1990, que se manifiesta día a día en la profusión de escándalos de corrupción…y, con ello, en el creciente descrédito del gran empresariado, de la casta política y de las instituciones del Estado. 

Frente a ello, “La exigencia ciudadana de una refundación política nacional vía Asamblea Constituyente libre y soberana se realiza a contrapelo con la tradición constitucional chilena, puesto que nunca hemos tenido una Asamblea Constituyente” (Grez, 2019)  

y que está, de acuerdo a Grez (2019, p.17) En una línea de perfecta continuidad con la tendencia de larga duración de las elites económicas y políticas chilenas a arrogarse la soberanía, el “Acuerdo por la paz Social y nueva Constitución”, urdido y presentado — literalmente— “entre gallos y medianoche” por representantes de la mayoría de los partidos parlamentarios en las primeras horas del 15 de noviembre de 2019 pretende, junto con desmovilizar y reducir la intensidad de la rebelión popular, evitar que el poder constituyente originario —que, es preciso reiterarlo, radica exclusivamente en la ciudadanía— se ejerza mediante una Asamblea Constituyente.  

Ante la pregunta: “¿Cuál es el principal significado de esta enorme rebelión de los chilenos, que nadie pudo prever en su forma y en su magnitud? Garcés (Garcés, 2019, p.2) señala que: una línea interpretativa, relativamente consensual es que los chilenos se cansaron de las desigualdades y los abusos, porque no fueron los 30 pesos, sino los 30 años. En este sentido, el horizonte más “revolucionario”, más político y más transformador de la actual coyuntura de movilización social es la posibilidad de avanzar hacia una Asamblea Constituyente y aunque el actual estallido social en Chile se verifica en medio de la mayor crisis política, en el sentido de la distancia de la política tradicional y la sociedad; la movilización social –que recrea la política dotándola de nuevos contenidos- se produce en ausencia de un convocante central, de orgánicas tradicionales o de coordinaciones territoriales. Esta inédita situación, coloca diversos desafíos para todos los actores implicados en el conflicto. 

Para Waissbluth (Waissbluth, 2020, p.5), por su parte, Son varios los factores que interactuaron entre sí, y que influyeron en el origen del estallido social. Primero, la expresión local de mega tendencias internacionales y el modelo neoliberal extremo que generó en Chile: segregación, desconfianzas, molestia, inequidad y sensación de fragilidad económica en vastos sectores de clase media. También actitudes de individualismo extremo; anomia y deterioro generalizado del contrato social; e irritación extrema en la ciudadanía. 

Finalmente, para Fleet (Fleet, 2019, p.1) Desde 2011 que la crisis política que ahora se manifiesta en Chile era previsible. Se trata de una crisis de la relación entre Estado y sociedad, es decir, una crisis de legitimidad, cuya previsibilidad está inscrita en la estructura misma del Estado neoliberal….El poder neoliberal queda expuesto en la medida que la política de Estado se cuestiona y corre la misma suerte que el Gobierno de turno. 

Y al respecto Fleet (2019) señala: observamos tres aspectos de la crisis de la dominación neoliberal en Chile: primero, la articulación de la lucha social desde el movimiento estudiantil de 2011 a la protesta general de 2019; segundo, la exposición del poder neoliberal como condición estructural de esta crisis; y tercero, el vacío de liderazgo en un escenario político inéditamente abierto……En otras palabras, se trata de romper con las bases del poder neoliberal, como condición para la recuperación plena del Estado…..El proyecto alternativo es sobre el Estado y no es patrimonio de ningún actor político. 

* A. Torres C. Introducción al Padem Recoleta, 2021. Desarrollado en coautoría con el Sociólogo Rodrigo Meza Aliaga.  

**R. Meza A. Introducción al Padem Recoleta, 2021 

17 marzo 2021

“COMPLEJIDAD Y EDUCACIÓN”. HACIA UNA SÍNTESIS DE LOS PRINCIPALES ARTICULOS SOBRE EL TEMA

 ARTÍCULO*

AUTORES: Adrián Torres Canales, Licenciado en filosofía, Universidad de Chile, MA, MBA, PhD ©. Mauricio Riadi Mahias, Licenciado en Ciencias Políticas, UTEM; Diplomado en RRII, UTEM. 

La UNESCO solicitó a Edgar Morin su opinión sobre la educación dentro de su pensamiento complejo, lo que se vuelve un debate internacional sobre la forma de reorientar la educación hacia un desarrollo sostenible. Morin sostiene que la educación se convierte en la fuerza del futuro, porque está considerada como uno de los instrumentos más poderosos para realizar el cambio. Uno de los retos más difíciles será modificar nuestro pensamiento de forma que haga frente a la creciente complejidad, la rapidez de los cambios y la imprevisibilidad que caracterizan a nuestro mundo. (Torres Ortega, 2016)

La intelectualidad del mundo se encuentra, hoy, inmersa en una discusión acerca de los límites de la razón, la legalidad del conocimiento científicotécnico, el fin de las disciplinas, el fin del sujeto y de la historia, la falacia del progreso y del desarrollo, y la emergencia de nuevos referentes y valores. En tal sentido, el debate epistemológico se ha vuelto particularmente álgido y, frecuentemente, es asumido como crítica a la Razón Instrumental, al cientificismo y a las perversiones tecnológicas, especialmente aquellas que tienen implicaciones ecológicas y sociales. Como consecuencia, todo el conocimiento, tanto el que se refiere a los átomos y las moléculas, como al mundo biológico, al hombre o a la sociedad, está siendo sacudido por una nueva visión del mundo, la cual, dicho sea de paso, amenaza incluso al propio concepto de “disciplina” y anuncia su desaparición. Así pues, la actual discusión acerca de los límites de la razón científicotécnica y la fundamentación del concepto y la práctica “disciplinaria”, estimulada por la denominada “crisis de la modernidad”, ha conducido a una nueva manera de aproximarse al conocimiento, bien sea éste natural o social, y a repensar la academia junto con las instituciones que le sirven de asiento. Esta crisis de los paradigmas de la modernidad, la introducción de la idea de “caos” en la ciencia y la aparición de la noción del pensamiento complejo, está afectando no sólo la visión de nuestra cultura occidental sobre el universo, sino que tiene efectos devastadores sobre el modo mismo de pensar y hacer, y especialmente sobre la práctica pedagógica y académica actual.[1] (Ferguson, 2003)

“La educación, como proceso de formación de los seres humanos para la sociedad, se encuentra determinada por los requerimientos del ser social. Ésta se valida toda vez que mantiene coherencia con los paradigmas, categorías, o las bases epistemológicas de un determinado cuadro científico de mundo o imagen de éste.” Es necesario develar que las crisis o problemas que tiene el proceso educacional actual, “obedecen a un movimiento objetivo de tensiones dadas por las necesidades sociales y los obstáculos de las micro y macro relaciones de poder sustentadas en paradigmas clásicos”.[2] (Taeli Gómez, 2010)

La educación es una práctica social, y la evaluación, uno de sus principales componentes y compromisos. No se concibe la educación sin la evaluación. En los últimos veinte años hemos asistido a la resignificación del concepto y al análisis de sus repercusiones en el ámbito escolar, aspectos que han sido abordados desde diferentes perspectivas. Reconocemos la fuerza que ha tomado la evaluación cualitativa; inclusive, en algunas instituciones se ha generalizado y reglamentado, pero consideramos que esto no ha bastado para comprender su verdadera dimensión e incidencia en el proceso enseñanza- aprendizaje. (Hernández Barbosa & Moreno Cardozo, 2007)

Uno de los retos de la educación es dotar a la ciudadanía de los recursos que le permitan construir las oportunidades que se vislumbran en el actual contexto de crisis. El paradigma de la complejidad emerge del diálogo entre una forma de pensar, un marco de valores y un modelo de acción que incorporan los principios de la ciencia contemporánea (estructuras, relaciones, organización, procesos…) Incorporar los principios de la complejidad a la educación comporta preguntarse cómo dichos principios hacen reconsiderar aspectos como el modelo de pensamiento, la relación entre disciplinas de conocimiento, la planificación de la acción, la relevancia de las emociones y la forma de abordar la investigación didáctica..[3] (Joseph Bonil et al., 2010)

Para Tobón el problema de la formación de hoy es que está basada en competencias, pero desde un pensamiento simple y existe un gran vacío en cuanto al enfoque epistemológico desde donde se aborda esta perspectiva. Por lo que llama a diseñar un currículo y orientar la formación humana con base en competencias desde el pensamiento complejo, fundamentado en tres ejes: (1) análisis de elementos básicos del pensamiento complejo aplicados a la formación humana; (2) construcción de un concepto complejo de competencias y de competencias laborales; y (3) descripción de algunas pautas básicas desde el pensamiento complejo para diseñar programas educativos por competencias. Concluye, que es necesario pasar del paradigma simple a la lógica compleja cambiando nuestra manera de pensar.[4]  (Tobón, 2003)

Maldonado, plantea que “Existe un creciente interés por los temas acerca de la educación y la pedagogía en su relación real, necesaria o posible con la complejidad.” Por lo que hay que resolver el problema de la relación entre educación y complejidad, en el marco de las ciencias de la complejidad. La tesis que se defiende es que en el mundo actual el espacio apropiado de la educación en general ya no es el de las ciencias sociales, ni siquiera el de las aplicadas, sino, más adecuadamente, es el de las ciencias sociales del no equilibrio (NESS por sus siglas en inglés); esto es, en un sentido más amplio, las ciencias de la complejidad. Algunas conclusiones tienden a resaltar el significado cultural de las relaciones entre educación y pedagogía con las ciencias de la complejidad..[5] (Maldonado, 2014)

Así dentro de la reflexión Universitaria, podemos ver y destacar la complejidad de la realidad y la ciencia y sobre la necesidad de diferentes epistemologías y formas plurales de entenderlas. Flores, concluye que es urgente ser competentes para afrontar la complejidad, que es necesaria la convocatoria para la innovación ya que el mundo es dinámico, cambiante y complejo y que esta realidad compleja plantea desafíos permanentes para la universidad: hacer una síntesis entre saber y profesión que permita el esfuerzo permanente de construir y constituir vida intelectual. [6] (Flores, 2015)

Los modelos didácticos alternativos al tradicional se han fundamentado, en tres perspectivas teóricas: la pedagogía crítica, el constructivismo y el paradigma de la complejidad. Por otro lado, resulta clave la discusión en torno al significado e importancia de la educación para la sostenibilidad y en nuestro caso su relación con la educación científica; desde esta perspectiva el paradigma de la complejidad constituye un nuevo marco de referencia adecuado para comprender nuestro mundo y actuar en relación con los problemas sociales y ambientales.[7] (Josep Bonil & Pujol, 2005)

En la teoria de la complejidad existen siete saberes «fundamentales» que la educación del futuro debería tratar en cualquier sociedad y en cualquier cultura sin excepción alguna ni rechazo según los usos y las reglas propias de cada sociedad y de cada cultura. Además, el saber científico sobre el cual se apoya este texto para situar la condición humana no sólo es provisional, sino que destapa profundos misterios concernientes al Universo, a la Vida, al nacimiento del Ser Humano. Aquí se abre un indecidible en el cual intervienen las opciones filosóficas y las creencias religiosas a través de culturas y civilizaciones.[8] (Torres Ortega, 2016)

Según Santos Rego, podemos defender la idea de que la construcción de una pedagogía Holística puede ayudar a realizar una mejor gestión de la complejidad en educación. Tal perspectiva responde a la voluntad de contrarrestar los rescoldos de una visión newtoniana-cartesiana de la realidad, de tintes fundamentalmente reduccionistas, y estaría en línea con un enfoque, común a Dewey y Vygotsky, entre otros, crítico hacia parte importante de la teoría social europea del siglo XX, que no se ha recatado en separar mente y cuerpo y que llegó a concebir la construcción del sujeto al margen de la historia y de las condiciones sociales. El sentido holístico de la acción pedagógica exige mayor equilibrio entre tres clases de aprendizaje: de flujo informativo en una única dirección, de transacción, y transformacional. Importa mucho el contexto de inclusividad ya que exclusivizar un tipo de aprendizaje es contribuir a la frustación del desarrollo infantil. Conviene, por tanto, que el docente haga uso de la mejor combinación de enfoques, haciendo del aula una estancia en la que es posible encontrar interés y educar la motivación.[9] (Santos Rego, 2001)

Poniendolo en perspectiva, nos podemos dar cuenta que “La realidad educativa, como hoy se presenta, no deja de ser un gran desafío para la mayoría de los profesores acostumbrados a trabajar con certezas y verdades, con previsibilidad y estabilidad. Para cualquier ser humano, es difícil comprender el caos, el orden haciendo parte del desorden, la incertidumbre, la no-linealidad y la indeterminación, hoy, tan presentes tanto en nuestra realidad como también en los procesos de construcción del conocimiento y en las dinámicas que acontecen en los ambientes educativos.” [10] (Moraes, 2007)

Con esto, podemos percibir la urgente necesacidad de que los profesores reaprendan a enseñar y las Universidades cambien su malla curricular y su forma de educar, poniendo enfasis en “Una indagación reflexiva hermenéutica diatópica, se sustentan dialécticas pensadas desde la complejidad para la formación docente desde el currículum, la educación y la cultura. El proyecto hegemónico formador de docentes abstrae la cultura en una entidad objetivada y el currículum y cultura se asientan en su concepción estática. Desde pisos no reductores se despliegan saberes, participación y concientización de un colectivo que debe formar a un ciudadano para la vida y la conformación de las identidades sociales emergentes. En este sentido, la antropoética y la relación moriniana individuo-sociedad-especie deben caracterizar a un educador promotor de cambios profundos.”[11] (Rodríguez, 2017)

A modo de conclusión

La interconexión e interacciones de los objetos, las personas y el entorno en su conjunto, que sirven como base de la propuesta educativa, donde el conocimiento debe considerarse como un todo integrado y no como algo fragmentado. Nos lleva a tomar conciencia de que somos solo un componente de un sistema más general (complejo y en interacción constante), donde la educación puede ser una fuente efectiva para que los estudiantes desarrollen la capacidad de comprender otros sistemas complejos, además de organismos vivos, donde también hay una gran influencia de las "nuevas ciencias" y las humanidades.[12] (Pereira Chaves, 2010)

*Escrito para ser publicado en la revista contextos del DAEM de Recoleta, pero que no vio la luz. 

REFERENCIAS

Bonil, Josep, & Pujol, R. M. (2005). La aventura de integrar la complejidad en la educación científica de la ciudadanía. Enseñanza de las Ciencias, Extra.

Bonil, Joseph, Junyent, M., & Pujol, R. M. (2010). Educación para la Sostenibilidad desde la perspectiva de la complejidad. Revista Eureka sobre Enseñanza y Divulgación de las Ciencias, 198–215.

Ferguson, A. (2003). Cambio de paradigmas, complejidad y educación: Breves comentarios para fundar un debate. Actualidad contable FACES, 6(6), 19–24.

Flores, J. H. (2015). Complejidad y educación.

Hernández Barbosa, R., & Moreno Cardozo, S. M. (2007). Qualitative evaluation: A complex practice. Educación y Educadores, 10(2), 215-223.

Maldonado, C. E. (2014). ¿Qué es eso de pedagogía y educación en complejidad? Intersticios sociales, 7, 1–23.

Moraes, M. C. (2007). Complejidad, transdisciplinariedad y educación: Algunas reflexiones. Encuentros multidisciplinares.

Pereira Chaves, J. M. (2010). Consideraciones básicas del pensamiento complejo de Edgar Morin, en la educación. Revista Electrónica Educare, 14(1), 67–75.

Rodríguez, M. E. (2017). Currículum, educación y cultura en la formación docente del siglo XXI desde la complejidad. Educación y Humanismo, 19(33), 425–440.

Santos Rego, M. A. (2001). Pedagogía holística y gestión de la complejidad en educación. Revista de educación, 325, 219–233.

Taeli Gómez, F. (2010). El nuevo paradigma de la complejidad y la educación: Una mirada histórica. Polis (Santiago), 9(25), 183–198.

Tobón, S. (2003). Las competencias en el sistema educativo: De la simplicidad a la complejidad. Bogotá: CIFE.

Torres Ortega, M. M. (2016). “Los siete saberes necesarios para la educación del futuro”, por Edgar Morin. Encuesta de Colles, una herramienta para la caracterización de un grupo bajo el modelo de Blend Learning, 39-48.



[1] Cambio de paradigmas, complejidad y educación: breves comentarios para fundar un debate (Ferguson, 2003)

[2] El nuevo paradigma de la complejidad y la educación: una mirada histórica (Taeli Gómez, 2010)

[3] Educación para la Sostenibilidad desde la perspectiva de la complejidad (Bonil et al., 2010)

[4] Las competencias en el sistema educativo: de la simplicidad a la complejidad (Tobón, 2003)

[5] ¿Qué es eso de pedagogía y educación en complejidad? (Maldonado, 2014)

[6] Complejidad y educación (Flores, 2015)

[7] La aventura de integrar la complejidad en la educación científica de la ciudadanía (Josep Bonil & Pujol, 2005)

[8] Los siete saberes necesarios para la educación del future. Este es un libro de la UNESCO, desarrollado en un artículo de esta colección

[9] Pedagogía holística y gestión de la complejidad en educación (Santos Rego, 2001)

[10] Complejidad, transdisciplinariedad y educación: algunas reflexiones (Moraes, 2007)

[11] Currículum, educación y cultura en la formación docente del siglo XXI desde la complejidad (Rodríguez, 2017)

[12] Consideraciones básicas del pensamiento complejo de Edgar Morin, en la educación (Pereira Chaves, 2010)


12 marzo 2021

EVALUACIÓN SIN NOTAS, ELEMENTOS Y PERSPECTIVAS PARA LA DISCUSIÓN

 ¿ES POSIBLE EDUCAR SIN EXÁMENES?*

AUTORES: Adrián Torres Canales, Licenciado en filosofía, Universidad de Chile, MA, MBA, PhD ©. Mauricio Riadi Mahias, Licenciado en Ciencias Políticas, UTEM; Diplomado en RRII, UTEM.

 La pregunta planteada surge como una forma de reflexionar sobre un aspecto fundamental y clave del acto educativo y de todo el proceso de aprendizaje y de enseñanza. La importancia de la evaluación en el proceso de enseñar, que en general se termina reduciendo a “los exámenes”. Porque, al parecer lo que realmente importa es lo que entra en el examen, pues es sobre lo que le piden al profesor que evalúe, y es como el alumnado, es valorado y calificado. Porque de los exámenes dependen las notas. Y de las notas, pasar o no al siguiente curso y, al final, obtener o no la titulación.

La presión de los organismos económicos internacionales como la OCDE y sus rankings, ha redundado en otorgar una importancia desmedida al modelo de “examen permanente” y estandarizado, lo que puede significar un cambio crucial en los objetivos de la escuela. En consecuencia, se pone el acento en medir el rendimiento y los resultados del estudiante en estos exámenes, más que en atender las necesidades del mismo. Y el buen docente comienza a ser el que genera buenos resultados, convirtiéndose en un “preparador de exámenes”.

El efecto colateral de lo anterior, de acuerdo a Díez Gutiérrez[1], es la selección que hacen los establecimientos de sus “clientes” (familias motivadas, estudiantes competentes) para que sus estadísticas no se vean afectadas y poder mantener su nivel de competitividad con los otros centros y su imagen de “alto nivel”.

Los alumnos con dificultades y diversidad se convierten en un posible “estorbo” que puede hacer descender los resultados del centro y que se procura “derivar” a otros centros. Lo que está dañando al alumnado y empobreciendo la educación, aumentando aún más el ya alto nivel de estrés en las escuelas, con una presión constante por el rendimiento, lo que pone en peligro el bienestar de los estudiantes y de los docentes, asegura el experto Díez Gutiérrez.

De acuerdo a este doctor en educación, Debemos reconsiderar esta forma de enfocar y reducir la evaluación a exámenes y pruebas estandarizadas recordando que, como han demostrado reiteradamente especialistas en este campo, los exámenes prueban la memoria puntual, no la inteligencia ni la creatividad, ni contribuyen a su desarrollo.

OTRA EVALUACIÓN ES POSIBLE Y NECESARIA

De acuerdo a Díez Gutiérrez, la evaluación es un proceso integral cuya finalidad es dar información a todos los participantes en el proceso educativo (al alumnado, por supuesto, pero también al profesorado, a la comunidad educativa y a la administración educativa) que les ayude a mejorar esos procesos de enseñanza y aprendizaje. Esta, supone aprender a trabajar con la “pedagogía del error”, donde el error se convierte en una oportunidad de aprendizaje . Solo así la evaluación cumplirá su función básica como herramienta para mejorar el proceso de enseñanza-aprendizaje.

Sin embargo, nos señala, que para dar la retroalimentación al alumnado, para revisar y corregir sus producciones, para preguntar a cada cual cómo planteó y desarrolló la solución al problema o el trabajo realizado, es necesario que un profesor trabaje con grupos pequeños, de no más de 20 o 25 como máximo de alumnos y alumnas, con quienes pueda personalizar el proceso y enseñar y evaluar realmente de forma continuada.

Finalmente, señala que solo desde este enfoque podremos diseñar políticas y estrategias orientadas a mejorar las prácticas pedagógicas con un sentido formativo y no culpabilizador de escuelas, docentes y estudiantes porque, como dice el aforismo pedagógico, “tal como evaluamos, así enseñamos”.[2] 

EL EXAMEN COMO LASTRE

En la Escola Sadako de Barcelona[3] hace tiempo que empezaron a reformular su sistema de evaluación dentro de un trabajo colectivo y compartido por todo el equipo docente. La querían convertir en un elemento más al servicio del aprendizaje, hacer al alumno protagonista de un proceso con permanente autoevaluación y coevaluación.

En ese sentido, señala su director, Jordi Musons i Mas, ha dejado de ser “una foto finish de la capacidad de memorización del alumnado” para convertirse en “un instrumento que les permite reconocer sus puntos fuertes y sus debilidades e implicarse para mejorar”. Al tiempo, sienten que no están solos, que cada vez hay más centros que no les miran raro cuando hablan de su nueva cultura evaluativa e “incluso la propia administración catalana es francamente cómplice de este viraje hacia una evaluación competencial y formativa”.

Musons, habla de ganancia no sólo en términos de implicación sino también de inclusión. La evaluación no reposa en las competencias académicas tradicionales, sino que se fija también en otras, indispensables a su juicio en un aprendizaje significativo y actual. Como son el liderazgo, la empatía, la creatividad, el pensamiento crítico o el trabajo en equipo.

El estudiantado descubrió también su nuevo rol: “En la autoevaluación su tendencia inicial era sobrevalorarse porque todavía el valor de la evaluación se centraba en la nota, no en la toma de conciencia del progreso individual en el proceso de enseñanza y aprendizaje. Es lo que les habíamos enseñado”. Hoy, a cualquiera que se le pregunte en la escuela, sabría qué son las rúbricas, que Musons define como “herramientas simples que permiten sintetizar, de forma visual, qué es un proceso de aprendizaje de calidad, de manera que el alumnado conoce de antemano los criterios con los que será evaluado”.

Sus virtudes son la objetividad que añaden al proceso evaluador y la posibilidad que introducen de contrastar perspectivas de alumnos y docentes acerca del proceso de trabajo y evaluación.

VISIBILIZAR EL PROCESO DE APRENDIZAJE

Florencio Luengo[4], reconoce la ilusión que está caracterizando esta experiencia piloto. Férreo defensor de las rúbricas, considera que permiten que alumnos, familias y docentes “visibilicen el proyecto de aprendizaje”. Y señala que, “La rúbrica es para que el profesor observe. Pone la cruz donde está el alumno y se pretende que vaya avanzando al rango siguiente. En consecuencia, las actividades serán diferentes para cada uno según el rango en el que esté”. El alumno, por su parte, ahora sí sabe por qué tiene un 4 o un 7. Y él mismo se sitúa en la diana en el punto en que se encuentra.

“¿Que si el cambio debe empezar por la evaluación? También puede hacerlo por las tareas o por la metodología, pero si empezamos a trabajar por rúbricas veremos, por ejemplo, cómo los alumnos aprenden más si trabajan y se ayudan entre ellos, con lo que tocando la evaluación has de tocar la metodología e, incluso, las tareas”, reflexiona Luengo.

Martín Varela, Subdirector de la Fundación Trilema[5], asevera que, más importante que las herramientas que se introduzcan es “el cambio de cultura y mirada sobre la evaluación”. Por ello, valora las rúbricas “porque expresan diferentes criterios y grados de adquisición de los aprendizajes y los alumnos pueden reconocer previamente qué se espera de ellos y cómo mejorar en diferentes aspectos”, también los portafolios de aprendizaje o los diarios reflexivos sobre qué les permite aprender mejor o cómo afrontar los errores y necesidades. Todas ellas son interesantes “porque ayudan a poner la pelota también en el tejado del alumno para que pueda gestionar su aprendizaje” en un cambio de paradigma en que el docente ha de acompañar.

“Cada vez hay más ejemplos que pueden compartirse, ya no necesitamos emplear tanto tiempo en construirlas, pero quizá sigue costando dar el salto a la hora de trasladar esto a un sistema de calificación que al final exige un número”, prosigue Varela. “Al final, el examen y la nota dan mucha seguridad”, reconoce, “pero muchos aprendizajes competenciales no pueden evaluarse por pruebas tradicionales”

FORMATIVA Y ÉTICA

Neus Sanmartí[6], autora, entre otros, de 10 ideas clave: Evaluar para aprender (Graó), comienza acotando: “Evaluar comporta recoger datos, analizarlos y tomar decisiones -calificar resultados de aprendizaje y compartirlos con las familias-. Por tanto, cambiar la evaluación comporta cambiar los datos que se recogen y cómo, cambiar cómo se analizan y qué se hace con este análisis -la toma de decisiones- en función de si la evaluación es para superar dificultades que se detectan (formativa) o para calificar resultados (sumativa, calificadora o acreditativa)”.

Para ella, existe consenso en la actualidad en que la finalidad de la escuela con relación al aprendizaje es “el desarrollo de competencias entendidas como la capacidad de actuar -no de recordar- en situaciones complejas -que no se pueden evaluar a partir de preguntas simples- e imprevisibles -no repetitivas- en función de conocimientos -importantes-, estrategias para gestionar la información o las emociones, habilidades, valores o experiencia, con todos estos saberes interrelacionados”.

En cuanto a las rúbricas, permiten analizar datos recogidos a partir de actividades complejas, con grados de competencias: no competente, básico, intermedio, experto y los que se quieran añadir -PISA matiza más incorporando otros dos-. Frente al examen tradicional, que tasa las preguntas simples con 1, 0,5 o 5 puntos y, de la suma de estas determina si el alumno ha aprobado (si llega al 5, esto es, si ha dado una respuesta correcta a la mitad de las preguntas), la rúbrica -“si está bien planteada, que no es el caso de la mayoría de las que se utilizan”- nos dirá si es competente.

Las graduaciones de la rúbrica se podrían transformar en valores numéricos, pero lo importante es que a partir de ella se analizan y valoran aprendizajes distintos. Si es para valorar lo mismo, no vale la pena utilizarla”, concluye Sanmartí, que considera que la autoevaluación es la intervención educativa más eficaz para aprender y que entiende, asimismo, que haciendo un examen se puede aprender -aprenden sobre todo los que obtienen buenos resultados- y que escribir es una forma necesaria de interiorizar el conocimiento, aunque hay otros instrumentos que favorecen la escritura y recordar, como el portafolio o el diario de clase.

¿CÓMO SURGIÓ EL PROYECTO ESCUELA SIN NOTAS?

Teresa Florez[7], Doctora en Educación de la Universidad de Oxford y directora responsable del Centro de Estudios en Evaluación Educativa de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad de Chile, señala que:

Un punto de partida fue la observación del tránsito brutal que sufrían niños de educación parvularia a primero básico, pues cambiaban completamente la lógica de cómo se manejan los tiempos, el disfrute del aprendizaje, los ritmos. Y uno de los temas que se vio que era distinto era la calificación.

Varios colegios han tenido esa experiencia con educación parvularia. Son establecimientos que tienen búsquedas alternativas en la didáctica. Varios de ellos tienen modelos de aprendizaje basados en proyectos, o son colegios artísticos o experimentales, pero cuando empiezan a innovar en la didáctica la evaluación se les queda corta.

La evaluación más tradicional y con calificación, les resulta incoherente con la mirada más alternativa que están proponiendo en lo didáctico. En términos de experiencia internacional, la referencia que yo más conozco, nos señala, de evaluación sin nota son los países escandinavos donde las notas están prohibidas hasta los 14 años.

Trabajando con colegas de Noruega, me explicaban que no quieren generar en los niños la idea de que soy mejor o peor que alguien. Y también en un sentido pedagógico, de favorecer el disfrute por el aprendizaje como tal y al ritmo de cada uno.[8]

¿Cómo beneficia esto en términos cotidianos la relación entre los alumnos?

Florez, habla de sus observaciones en la implementación de escuela sin notas en Establecimientos asociados a la Universidad de Chile, donde la experiencia de los estudiantes es positiva. Por una parte, no sienten la ansiedad ni la presión que se genera en una cultura donde tenemos tal día la prueba.

Cada estudiante va aprendiendo por medio de actividades de evaluación permanente, pero sin nota. Va aprendiendo a su ritmo, además las conversaciones en la casa se modifican.

A los estudiantes ya no se les pregunta qué nota se sacaron, sino qué es lo que aprendieron. Entonces ellos empiezan a tener una idea más colaborativa, porque entienden que todos sus compañeros y compañeras pueden aprender y van a llegar a aprender.

No hay esa sensación de frustración de lo logré o no lo logré, me fue bien, me fue mal. Es una relación más positiva con el aprendizaje que tiene el potencial de incidir en su actitud con el aprendizaje para toda la vida.[9]

ALGUNAS CONSIDERACIONES Y SUGERENCIAS

En nuestra opinión[10], la instalación de un sistema de escuela sin notas debe entenderse como un cambio de paradigma. Y, por lo tanto, siguiendo a Santos Rego (Santos Rego, 2001), nace de la necesidad de construir una pedagogía Holística que pueda ayudar a realizar una mejor gestión de la complejidad en educación.

El sentido holístico de la acción pedagógica exige mayor equilibrio entre tres clases de aprendizaje: a) de flujo informativo en una única dirección, b) de transacción, y c) transformacional. Importa mucho el contexto de inclusividad ya que exclusivizar un tipo de aprendizaje es contribuir a la frustración del desarrollo infantil. Conviene, por tanto, que el docente haga uso de la mejor combinación de enfoques, haciendo del aula una estancia en la que es posible encontrar interés y educar la motivación.

Este nuevo paradigma requiere un cambio cultural que impacta a toda la comunidad educativa, para ello, y como todo proceso de cambio, requiere claridad de propósito, liderazgo, un equipo gestor, entusiasmado, convencido e involucrado. Se debe considerar un sistema de información estratégica, del nuevo sistema y puesta en común a toda la comunidad educativa (DAEM, Directores, profesores, Padres y Apoderados, Estudiantes) y comunidad en general.

Se debe preparar a los profesores (elemento crítico del sistema) en el nuevo sistema de evaluación, especialmente en la elaboración de rúbricas y entrega de feedback, tanto a los alumnos, como a los padres y apoderados. Se debe estudiar bien, observando procesos similares, la transición de los jardines infantiles a los primeros años de educación básica (Ver casos de colegios de la Universidad de Chile, especialmente el Manuel de Salas).

Complementar la evaluación con un proceso de autoevaluación, de manera de ir instalando la nueva cultura. Comprender que el cambio de evaluación, implica cambio de didáctica que pone el foco en el alumno y en el aprendizaje.  La nueva evaluación cualitativa, requiere cursos de no más de 20 a 25 alumnos (Uno de los requisitos reportados por los expertos), para conseguir que el profesorado pueda hacer seguimiento individualizados de los procesos de aprendizaje.

Dentro de los elementos críticos, se encuentran los siguientes: 1) Colegio: debe tener la infraestructura adecuada y el número de alumnos por curso, pertinente; 2) Profesores: Se debe hacer un reclutamiento y selección de quienes serán el corazón del sistema (Bien formados, dúctiles, motivación al logro y reconocimiento, Empáticos, asertivos); 3.-Métodos e Instrumentos: Rúbricas (este es un elemento clave), instrumento de autoevaluación, etc.

Este cambio de paradigma supone la participación de profesores, alumnos y Padres y apoderados. Todo proceso de cambio debe contar con un propósito de largo plazo y muchos objetivos de corto y mediano plazo, de manera de ir nutriendo el proceso con pequeños logros, que permitan mantener el entusiasmo de largo plazo.

*Este trabajo se realizó para ser publicado en la revista contextos del DAEM de Recoleta. No pudo ver la luz.  

[1] Enrique Javier Díez Gutiérrez, Profesor de Ciencias de la Educación, Universidad de León. December 17, 2018 5.06pm EST. 1.- http://theconversation.com/es-posible-educar-sin-examenes-108856  .2.- http://www.fm899.com.ar/noticias/argentina-2/las-nuevas-escuelas-sin-pupitres-ni-examenes-55437.

[2] idem

[4] Idem

[8] Idem

[9] Idem

[10] La de los autores